Boda sencilla al aire libre DIY

Exteriores con encanto es el tema del día. ¿Habéis asistido alguna vez a una boda al aire libre? Para mí esta fue una de las bodas más originales y entrañables a las que he asistido. Sin excesos, sin gastos superfluos, verde, colorida y muy personal.

Tras mucho buscar los novios encontraron un idílico rincón verde en un antiguo criadero de truchas abandonado y lo convirtieron en un escenario de película en el que celebraron la ceremonia, el convite e incluso ofrecieron alojamiento gratuito a todos sus huéspedes. La novia, amante de las manualidades, ideó toda la decoración y con la ayuda de su familia y amigos llenó el jardín de adornos hechos a mano y flores frescas. ¿Queréis verlo?

Uno de mis rincones favoritos fue "La isla de los enamorados", como ellos la bautizaron, donde un banco decorado con un frasco de cristal lleno de flores de lavanda invitaba a los paseantes a sentarse a admirar el entorno. Los farolillos los hicieron atando cuerdas alrededor de globos y pintándolas con cola.



Para la cena mesas y sillas de lo más dispar, traídas por bienhumorados voluntarios... ¡no hubo nadie que no colaborara en esta fiesta, cada uno tenía su misión!

El novio y la novia se trajeron sus sillas preferidas de casa, aunque pintadas a juego con los vestidos. Sólo os diré que la novia llevaba un lazo morado en el vestido... ¡y el novio pantalones verdes de cuadros!

Por todas partes había hortensias, que estaban en pleno apogeo en ese momento: hortensias en frascos con agua, en maceteros, e incluso un arreglo floral de hortensias azules y violetas adornado con una pareja de mariposas que les hice yo y que os mostré hace tiempo aquí:

Tras la ceremonia vinieron los regalos. El nuestro lo entregamos de manera un poco distinta, parecida a la que podéis ver aquí.

Para la cena contrataron a dos cocineros que la fueron preparando durante la ceremonia mientras cantaban sones cubanos. Todo fresco, sencillo, casero, quizás no tan sofisticado como es costumbre en este tipo de celebraciones, pero lejos también de aquellos menús desvergonzadamente caros con nombres rimbombantes que nos quieren vender los salones de bodas. Según iban saliendo los platos de la cocina los colocaban en grandes bandejas y cada uno podía servirse lo que quisiera, todo recién hecho y al gusto de cada uno. Cenamos acompañados por una orquesta de amigos bajo la luz de la luna de mayo, de las velas y los farolillos:

Y quien quiso pudo quedarse a dormir en el "Hotel prado". A pocos metros de las mesas, bajo las copas de los árboles, todo el que quiso plantó su tienda, y tras la tarta nupcial cada uno se fue retirando a su saco de dormir... ¡los novios incluidos!

Fue una boda inolvidable, llena de detalles originales hechos a mano y de rincones con encanto. Por eso la he elegido para compartirla hoy con vosotros y con la fiesta de Acotío Decó, el #diariodeco4. Espero que os haya gustado tanto como a mí. Y para la próxima fiesta diariodecó estaría bien un tema veraniego, de sol, de playa... ¿qué os parece?